Continúan los problemas en Europa. Aunque la mayoría de los involucrados en los mercados financieros europeos saben lo que hay que hacer para tratar de contener la crisis, la burocracia europea sigue estancada en parálisis. Los tomadores de decisiones no se comprometen a actuar y siguen posponiendo el problema día a día, esperando en vano que desaparezca.
Si lo que se quiere es parar el sangrado, lo que hay que hacer es dar por pérdida por lo menos una porción de la impagable deuda Griega y que el Banco Central Europeo garantice la deuda del resto de los países en problemas, como España e Italia que son: a) ilíquidos pero solventes, y b) demasiado grandes para rescatar en caso de que las cosas llegaran a esa última fatal instancia. Además, deberían encontrar la forma de actuar de manera concertada para inyectar liquidez a un sistema bancario que las autoridades europeas mismas habían calificado de sólido después de sus risibles pruebas de estrés hace algunos meses.
Grecia, financieramente hablando, no tiene salvación. Y esto es aritmética simple. Lo mejor que se puede hacer por ellos es dejarlos caer con gracia. La austeridad que le han impuesto es hacer demasiado poco demasiado tarde. Es el equivalente de obligar a una persona con 50% de sobrepeso que sufre de complicaciones cardiacas a correr un maratón con el fin de volverla a la salud. El resultado obvio, en ese caso, sería un (probablemente mortal) infarto al corazón. Al ver que el paciente no responde como los "expertos" esperaban le han sugerido aumentar la velocidad a la que corre el maratón. Todo esto es, obviamente, ridículo. Lo peor de todo es que a Grecia le están recetando lo mismo, y el inevitable resultado será, en términos económicos, catastrófico para los griegos.
Como si la crisis de deuda europea no fuera suficiente, los ojos del mundo ahora se vuelven a China y a otros países asiáticos (Indonesia, Filipinas, Vietnam, Corea), donde se ha incrementado de manera sustancial el precio que se pide por asegurar las posiciones de deuda emitida por los gobiernos de dichos países. Es una señal inequívoca de que el panorama económico mundial se deteriora de manera acelerada debido a la incertidumbre que emana de la situación en Europa, de los malos prospectos de crecimiento en EU y de la preocupación de economías sobrecalentadas en países emergentes, donde el rápido crecimiento experimentado en años recientes puede haber sido por lo menos parcial resultado de un incremento de malos préstamos. El resultado en el futuro próximo seguramente incluirá una o varias de las siguientes: pérdidas para los bancos, inflación creciente, y/o capacidad instalada excesiva que implique tasas de crecimiento reducidas o incluso negativas.
Estaremos pendientes.
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