martes, 13 de diciembre de 2011

La Ciencia Nefasta

En inglés a la ciencia económica se le conoce de manera informal como dismal science, y Dani Rodrik en su columna más reciente nos permite vislumbrar un poco el por qué de esta etiqueta -que al español se puede traducir más o menos como la ciencia nefasta.

Investigando sobre el origen del singular calificativo, encontramos que fue el historiador escocés Thomas Carlyle quien tildó de nefasta a la ciencia económica, y lo hizo en consecuencia directa de las proyecciones realizadas por uno de los primeros economistas notables de la historia: Thomas Malthus. En resumen, la idea de Malthus que se supone condujo a Carlyle a bautizar a la ciencia económica de nefasta es la relacionada con la potencial incapacidad de los recursos materiales disponibles en el planeta para satisfacer las necesidades y deseos de una población en constante crecimiento.

Pero en décadas recientes -y sobre todo desde el comienzo de la crisis económica actual- se podría disculpar a aquellos que piensan que el adjetivo de nefasta se aplica a la ciencia económica por otras razones. Muchos críticos observan que el manto de 'ciencia' está abismalmente mal aplicado al ramo de economía, porque a fin de cuentas los resultados de las investigaciones y predicciones que hacen los economistas dependen siempre de las suposiciones que ellos mismos se plantean al iniciar su 'investigación'.

Rodrik escribe:
Como señaló alguna vez el gran economista internacional, Carlos Diaz-Alejandro, “a estas alturas cualquier estudiante universitario sobresaliente que elija sus supuestos….cuidadosamente, puede producir un modelo sólido que genere casi cualquier recomendación de política que haya preferido desde el principio.” ¡Y eso fue en los años setenta! Un aprendiz de economista ya no tiene que ser particularmente brillante para generar conclusiones de política heterodoxas. 
No obstante, a los economistas se les acusa de tener una ideología limitada porque son sus propios enemigos a la hora de aplicar sus teorías al mundo real. En lugar de comunicar la amplia gama de perspectivas que ofrece su disciplina, muestran una excesiva confianza en remedios particulares- a menudo aquellos que se adaptan mejor a su ideología personal. 
¿Qué podemos entonces concluir sobre la utilidad de la ciencia económica y de la utilidad social de los economistas? ¿Está todo su análisis condenado al fracaso?

La respuesta corta es que no. Muchos enfoques metodológicos desarrollados por economistas a lo largo de la historia han sido y siguen siendo útiles. El rigor a la hora de analizar datos es esencial y es algo que sigue influenciando ramas anexas en el área de humanidades, como en la sociología y la psicología. Pero al mismo tiempo, es cierto que el progreso en la ciencia económica ha sido lento y muy accidentado debido a cierta arrogancia histórica por parte de sus practicantes, así como a una sobrevaloración de sus propias contribuciones, sin enfocarse lo suficiente en subrayar y comunicar los límites de sus conclusiones.

Todo esto hace recordar las palabras de uno de los economistas más importantes -y más humildes, en cierta manera- de la historia. El austro-húngaro ganador del Nobel Friedrich Hayek es uno de los pilares de la escuela austriaca de economía. Esta es altamente criticada por su enfoque en el análisis y su reticencia para ofrecer medidas intervencionistas bajo cualquier condición. Digamos que la escuela austriaca prefiere observar y estudiar en vez de experimentar y participar activamente en los procesos económicos. Por ello mismo no debe sorprendernos el hecho de que sea una de las facciones del ramo económico que mejor sabe identificar las limitaciones de esta 'ciencia'.

Al avanzar encontramos con mayor frecuencia que podemos identificar algunas -pero no todas- las características particulares que determinan el resultado de un proceso dado; en consecuencia, podemos predecir sólo una parte de -pero no todas- las propiedades del resultado que esperamos. A menudo lo único que podremos predecir será una característica abstracta del patrón que aparecerá -relaciones entre varios elementos de los que individualmente conocemos muy poco. Pero -como estoy ansioso de repetir- aún así lograremos predicciones que pueden ser falsificadas y que son, por lo tanto, de significación empírica. 
Desde luego, comparadas con las predicciones precisas que hemos llegado a esperar de las ciencias físicas, este tipo de predicciones de patrones son sólo un segundo mejor resultado con el cual no nos gusta contentarnos. Pero el peligro del que quiero advertir es precisamente la creencia de que para obtener credenciales científicas debemos lograr algo más. Este camino conduce al charlatanismo y aún peor. El actuar sobre la creencia de que poseemos el conocimiento y el poder que nos permitirán moldear los procesos sociales a nuestro completo agrado -conocimiento que de hecho no poseemos- probablemente nos llevará a causar mucho daño.
La complejidad de los sistemas económicos y sociales es tan extensa que la mayoría de las veces resulta más recomendable analizar los eventos caso por caso que aplicar 'reglas de dedo'. Las preferencias de los individuos y de las organizaciones varían dependiendo de muchos factores: el ambiente que los rodea, rasgos culturales, tendencias históricas, etc. Asimismo, por cuestiones pragmáticas, los estudios e investigaciones tienen que enfocarse en factores que los investigadores creen que tienen la mayor influencia sobre los resultados estudiados y sobre el comportamiento de los agentes económicos involucrados. Ello necesariamente implica discriminar en contra de factores o variables que bajo otras condiciones pueden tener un efecto importante en el fenómeno estudiado. 

Por más tiempo que pase, y por más 'avances' que la ciencia económica logre, en el futuro previsible lo más apropiado sería reconocer que la ciencia económica nunca llegará a tener los poderes predictivos de otras ciencias que lidian con objetos inertes. Los economistas deberían enfocarse en tratar de integrar su trabajo con el que se está llevando a cabo en otras ramas (afortunadamente hay señales de que eso está sucediendo). Al mismo tiempo, deben tener siempre en cuenta que los resultados obtenidos en su trabajo están sujetos a las restricciones impuestas por las suposiciones de las que partieron.
...Confieso que prefiero conocimiento verdadero pero imperfecto -aún cuando deje muchas cosas indeterminadas e impredecibles- y no una pretensión de conocimiento exacto que probablemente sea falso. El crédito que la aparente conformidad con estándares científicos reconocidos puede ganar gracias a teorías aparentemente simples pero falsas puede... tener graves consecuencias.

- Friedrich Hayek

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