Peter Boone y Simon Johnson publicaron ayer en Bloomberg un editorial muy concreto y muy acertado sobre por qué Europa parece haber terminado de cavar un hoyo del cual no va a salir y cómo se desarrollará el episodio final de la saga de su crisis de deuda soberana.
Comienzan por comentar sobre la fallida subasta de deuda alemana de la semana pasada, donde el mercado rehusó comprar la mitad de los bonos emitidos por Alemania en esa ocasión. Algunos comentan que es un error otorgarle mayor importancia a este hecho, ya que lo único que Alemania debía hacer para corregir la situación era ofrecer mejores rendimientos a los inversionistas. Este comentario es típico de los que confunden los síntomas con la enfermedad. El problema en el que hay que enfocarse no reside en la subasta fallida como hecho aislado, sino en la razón por la que falló.
La explicación es que a pesar de la buena salud financiera de Alemania, los inversionistas finalmente se han dado cuenta de que el euro está al borde del precipicio y Alemania se encuentra atado al resto de los países a punto de caer: Grecia, Irlanda, Italia, España y Portugal. En otras palabras, Alemania no se portó mal de la forma en que los países antes mencionados lo hicieron, pero su error ha sido atar su destino económico al de tales países irresponsables. Por ello, ahora debe pagar las consecuencias.
Del artículo:
Desde la crisis financiera global del 2008, los inversionistas se han enfocado en el riesgo crediticio y recompensaron a Alemania con tasas de interés bajas debido a su aparente responsabilidad. Pero ahora los mercados se enfocarán en riesgo de moneda. La inflación se acelerará y el euro podría caer de tal manera que pondría en riesgo todas las obligaciones contratadas en euro. Este es el comienzo del fin para la zona euro.
Les diremos por qué. Hasta el 2008, los inversionistas asumieron que todos los bonos emitidos por la zona euro, así como la deuda emitida por los bancos, era libre de riesgo y nunca caería en no pago. Esto dió origen a una transacción formidable: los bancos europeos podían comprar deuda soberana, financiarla con dinero barato que obtenían del Banco Central Europeo (BCE), y quedarse con la diferencia.
Luego, cuando las condiciones crediticias alrededor del mundo se apretaron, salieron a la superficie los defectos. Grecia se había endeudado de más, Irlanda había experimentado una burbuja en bienes raíces financiada con deuda, e incluso algunos bancos alemanes se habían apalancado de más. Los inversionistas, naturalmente, decidieron que ahora requerían una prima por riesgo crediticio, y las tasas de interés comenzaron a subir.
La tragedia de la zona euro es que se tardó demasiado en enfrentar el problema, a tal grado que ahora se han quedado prácticamente sin soluciones factibles. El riesgo de que el euro caiga implica que la opción de emitir bonos-euro -respaldados por toda la zona euro en conjunto- ya no implica tasas de interés bajas como las que obtendría un país soberano con calificación crediticia perfecta, debido a que incluso Francia y Alemania -los países de la zona euro con mayor fortaleza económica- se han vuelto sospechosos para los inversionistas.
La otra opción es la de 'sugerir' al BCE que imprima euros para comprar la deuda de los países considerados 'solventes', pero faltos de liquidez. Esta opción es políticamente casi imposible debido a la aberración que los alemanes tienen por cualquier método que implique un alto riesgo de inflación. Pero aún imaginando que el obstáculo político se pudiera sortear, esta opción de imprimir-para-comprar no es la panacea que muchos quisieran creer que es:
Una 'bazooka' del BCE no restaurará la competitividad de los países europeos periféricos. Incluso con esta opción, los países emproblemados requerirían de muchos años más de dura austeridad y reforma presupuestal para estabilizar su deuda.
Todo esto resultará simplemente en otro perfil de deuda insostenible. Alemania pagará mayores tasas de interés sobre su deuda, mientras que la mayoría de los bancos y la periferia estarán altamente financiados por el BCE -y las primas crediticias y de moneda seguirán siendo requeridas. Posteriormente, los mercados se tornarán en contra de Europa de forma viciosa, y sin mayores soluciones posibles, todo el sistema se derrumbará entre inflación y restructuración de deudas.
El crédito de Alemania es impecable, pero este país sigue emitiendo deuda en una moneda fallida y que muy pronto podría valer mucho menos de lo que vale hoy. Si Alemania impide la 'bazooka' y termina asumiendo una mayor carga fiscal de Europa -por ejemplo, a través de las obligaciones que implica cualquier tipo de euro-bono- ello reduciría la prima de moneda, pero amedrantaría la calificación crediticia de ese país.
Como ellos mismos comentan, el final no será bonito:
El camino de la zona euro se está esclareciendo. Mientras las condiciones en Europa empeoran, habrá menos activos denominados en euro que los inversionistas puedan comprar con poco riesgo. Es probable ver pánicos bancarios y flujos masivos de capital saliendo de Europa.
La devaluación puede contribuir al crecimiento, pero la inflación correspondiente perjudicará a muchas personas, y la restructuración de deudas, si no se lleva a cabo de manera apropiada, podría ser caótica. Algunos países deberán salir de la zona euro. No hay solución que no duela.
Y como cada vez hay más comentarios de este tipo, redactados por analistas respetables y publicados por los medios de comunicación dominantes, resulta fácil concluir que el resultado aquí presentado es casi inminente. Europa le sacó la vuelta al problema lo más que puedo, hasta que el problema se volvió demasiado grande. Ahora, la zona euro ha pasado el punto sin retorno, el momento para actuar ha pasado. Cualquier cosa que intenten ahora será demasiado poco, demasiado tarde. Lo único que queda es enfrentar las consecuencias.
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