The Economist reportó recientemente sobre las violaciones de derechos humanos en México por parte de las tropas militares que siguen operando en varios estados con el fin de combatir a las organizaciones criminales. La situación se presenta muy difícil y muy gris. Se ven pocas esperanzas para que los ciudadanos comunes y corrientes pueden pronto regresar a llevar una vida que mantenga un parentezco, por más pálido que éste sea, con la normalidad.
La revista reporta:
Quejas contra el ejército se han disparado. En los cuatro años hasta 2006, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 691 acusaciones. En los cuatro años siguientes, después del despliegue de las tropas, recibió 4,803. Oficiales admiten que muchos casos nunca se reportan. El 9 de noviembre, Human Rights Watch, un organismo activista, presentó evidencia de la participación de la policía y del ejército en 24 ejecuciones extrajudiciales, 39 desapariciones y 170 casos de tortura desde diciembre de 2006 -todo esto sólo en 5 estados del país. 'En vez de fortalecer la seguridad pública en México, la guerra de Calderón ha exacerbado el clima de violencia, ilegalidad y miedo,' mencionó.
Esta situación hace recordar la vivida por Colombia. En ese país, la lucha del gobierno federal contra grupos guerrilleros, principalmente la FARC, involucró aún en mayor medida que en México el despliegue de tropas militares. Un reporte sobre la situación de derechos humanos en Colombia en 2010 menciona:
En los últimos años, se han atribuido al Ejército colombiano una cantidad alarmante de ejecuciones extrajudiciales de civiles, incluida la ejecución de "falsos positivos", término con el cual se alude a los casos en que, ante la presión por demostrar resultados, los miembros del Ejército asesinan civiles y luego informan que se trata de combatientes muertos en enfrentamientos. Las ejecuciones se habrían producido en todo el país e involucran a diversas brigadas del Ejército.
¿Cómo poner las cosas en perspectiva? Colombia y México, en la superficie, parecen estar viviendo la misma situación. Pero la diferencia es que Colombia ha recorrido mucho más camino en su lucha contra las guerrillas. Colombia ve la luz al final del túnel cada vez más cerca. México, sin embargo, todavía ni siquiera parece haber tocado fondo en lo referente a violencia. He aquí una gráfica con el número de asesinatos relacionados con el narcotráfico por año para México:
Es difícil justificar el abuso de derechos humanos por parte de policía y ejército, organizaciones que se supone deben tener como prioridad la protección de civiles. Sería más fácil para la sociedad civil lidiar, en un nivel psicológico, con esas injusticias si vieran resultados concretos en la lucha contra el narco. En otras palabras, si el beneficio de la participación del ejército fuera menor al costo social que tal ocupación inflige en la comunidad, el pueblo mexicano no sería tan crítico de la guerra de Calderón. Pero al ver tan pocos resultados positivos, no es difícil comprender su frustración y su desesperanza.
Tarde o temprano, tanto las autoridades federales como las fuerzas militares y la sociedad civil tendrán que enfrentarse cara a cara con los atroces hechos. Mientras tanto, la guerra contra el narco, basada en suposiciones falaces, sigue despedazando a una sociedad mexicana que siempre ha sido, por naturaleza, amante de la paz. Tragedia descomunal.
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