lunes, 19 de septiembre de 2011

Inflación

Ben Bernanke y la Reserva Federal de EU rehúsan darse por vencidos. Reportes recientes indican que el banquero central estadounidense comienza a dar señales de que podría experimentar con una política inflacionaria con el fin de tratar de impulsar a una economía estadounidense que sigue con tremendos problemas. ¿Cuál es la lógica que le permite a Bernanke pensar que el experimento inflacionario podría funcionar?

La teoría es que si la Reserva Federal de EU dejara de ser tan estricta respecto a la inflación y le permitiera (¿exhortara?) a subir a niveles de 4% o 5% (en vez de la más reciente cifra de 1.6% en julio), esto actuaría como un incentivo para los empresarios para invertir en el presente con el fin de vender sus productos a precios más altos en el futuro.

Por otro lado, la inflación es beneficiosa para deudores (y dañina para acreedores), ya que una mayor tasa de inflación implica un alza no sólo en los precios de bienes y servicios, sino también en los niveles de salarios. Aún cuando este aumento generalizado de precios es sólo nominal, los deudores se benefician, ya que la deuda que contrajeron en el pasado no aumenta con la inflación, pero su ingreso nominal sí. Por lo que se concluye que la inflación sería una forma disfrazada de reconocer como pérdida por lo menos una porción de la gigantesca cantidad de deuda contraída por consumidores individuales y por el gobierno estadounidense. Esto es algo que en repetidas ocasiones hemos mencionado como una medida necesaria (aunque no suficiente) para finalmente llegar a una recuperación económica en las economías desarrolladas.

Esas son los dos aspectos positivos principales por las que un aumento marginal y sostenido en la tasa de inflación estadounidense está siendo considerada por la Reserva Federal. Hasta aquí todo bien, pero ya sabemos que en estas cuestiones nada es gratis. Entonces, ¿cuáles serían los riesgos y/o los costos para EU de incurrir en y tolerar tasas más elevadas de inflación?

En primer lugar, es mucho más fácil para un banco central decir que buscará realizar tasas más altas de inflación que lograrlo. Las repercusiones de la política monetaria en la economía de real son notablemente difíciles de predecir, aún más de controlar. La teoría económica dicta que shocks a las expectativas inflacionarias de los agentes económicos tienen repercusiones en la economía real sólo en el corto plazo. Es decir, la reserva federal puede tratar de impulsar la economía alterando las expectativas inflacionarias de consumidores y productores al relajar drásticamente la política monetaria (imprimiendo una cantidad considerable de dinero) de manera sorpresiva en un sólo evento. Esto resultaría en un alza repentina de precios que "engañaría" a los participantes al hacerles creer que el alza de precios se trata de una reactivación de la demanda. En el mundo real hay poca evidencia de experimentos exitosos de este tipo. Aún más, debido a que es necesario el elemento sorpresa en este tipo de eventos, sería muy díficil replicar el evento aún cuando el primer intento tuviera cierto éxito y se buscara repetir la fórmula.

Otro riesgo implica que de quedarse corto el primer intento de brindar un shock inflacionario a a la economía, la Reserva incurriera en más intentos de hacerlo. Esto implicaría imprimir cada vez más y más dinero, con el riesgo creciente de terminar brindando a la economía no un shock inflacionario, sino un flujo constante de dinero que resulte en hiperinflación. Este sería definitivamente el peor de los casos, pero nunca se puede eliminar de la lista de posibles consecuencias.

Por último, vale la pena tratar de identificar las consecuencias que tendría para México una política activamente inflacionaria en EU. En primer lugar, todo lo demás constante, el dólar perdería valor en el corto plazo, lo cual implica que el peso se fortalecería frente a la moneda estadounidense. Esto, obviamente, perjudicaría a los exportadores mexicanos que venden sus productos en EU. Pero de darse este caso, el Banco de México tendría la opción de bajar sus tasas de interés para contrarrestar la apreciación relativa del peso. Esto tendría como consecuencia el abaratamiento del crédito en México, cuyo nivel se encuentra muy por debajo de lo que se ve en otros países.

México necesita urgentemente encontrar fuentes alternativas de crecimiento económico. Una de las opciones que debería perseguir con mayor vigor es la de impulsar su mercado interno. México tiene una opción viable de expandir la disponibilidad de crédito, lo cual pondría a disposición de su población más recursos para el consumo e impulsaría la economía en el corto plazo. Esto no es solución a largo plazo, ya que la disponibilidad de crédito sólo se puede incrementar hasta cierto nivel antes de volverse insostenible. Pero ante la incertidumbre que impera en la economía mundial, es una opción que vale la pena considerar.

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