miércoles, 24 de agosto de 2011

Desigualdad

La revista Foreign Policy publicó recientemente una columna que explora bruscamente el tema de la desigualdad en México, y el panorama que pinta no es para nada bonito. Sin embargo, como es de esperarse de una columna denominada The Optimist, el texto termina por presentar resultados positivos concretos que ha logrado el país en la lucha contra la pobreza. Y la conclusión del texto es que a pesar de que el nivel de desigualdad que existe en México es de dar vergüenza, la situación sería peor de no ser por ciertas medidas implementadas por el gobierno federal desde el año 2000.

Muchos países alrededor del mundo, incluyendo el resto de los emergentes, presentan condiciones de desigualdad conmocionantes, pero México demanda atención particular por ser hogar del hombre más rico del mundo. Como lo dice el artículo, "la distancia entre Slim y el mexicano más pobre es casi seguramente más grande que la distancia entre el más rico y el más pobre de cualquier otro país en el mundo".

Charles Kenny escribe:

... (Vivir en) pobreza absoluta se define como vivir con un ingreso igual o menor a $1.25 USD diario. Es un nivel de ingreso que sugiere que más del 60% del gasto se dedica a alimentos -aunque la dieta comprada con este monto es casi seguramente demasiado limitada para proveer nutrición adecuada. La cifra de $1.25 USD es en moneda Paridad de Poder Adquisitivo (ver aquí y aquí) -ya que un dólar compra más en un país pobre que en uno rico, y el cálculo del nivel de pobreza toma en cuenta este hecho. A tasas de cambio de mercado -como las de los bancos- la frontera de la pobreza en México se encuentra más bien en $0.79 USD diarios. Más de 3.5 millones de mexicanos subsistieron con un ingreso menor a ese en 2008, según el Banco Mundial. Así es que el dinero que Slim perdió en los primeros días de agosto (debido a la baja de los mercados bursátiles) equivale a más de siete veces el ingreso de los 3.5 millones de mexicanos que viven en pobreza absoluta.
Pero como muchas otras cosas en el mundo, la pobreza absoluta también es relativa. Kenny continúa:

Vivir en pobreza absoluta en México tiene ventajas respecto a ser pobre en otros lugares del mundo. Por ejemplo, según economistas del MIT, 95% de los más pobres en México tiene acceso a electricidad, comparado con alrededor de 1% de los que viven con ingreso similar en Tanzania. Por otro lado, la gran mayoría de los más pobres de Tanzania poseen tierra, en contraste con la pequeña minoría de mexicanos que posee tierra. Y a pesar de la mejor provisión de algunos servicios públicos, la vida continúa siendo difícil para los más pobres de los mexicanos. Se reporta que en áreas rurales casi uno de cada 14 niños mexicanos muere antes de su primer cumpleaños -una proporción casi tan mala como la de Costa de Marfil.
¿Cuáles son las condiciones que permiten que en un país exista tal nivel de desigualdad? Sería más fácil explicar la pobreza si todo el país fuera uniformemente pobre. Pero no es así. El hecho es que en un país perpetuamente emergente como México, millones de sus habitantes no han logrado escapar del agobio de la escasez extrema al mismo tiempo que el sistema produjo a un magnate entre magnates. La riqueza reportada de Carlos Slim (74 mil millones de dólares) excede la del segundo hombre más rico del mundo, Bill Gates, por 18 mil millones de dólares. En comparación, el PIB de Paraguay en 2010 fue de sólo 17 mil millones de dólares.

La verdad es que el sistema que produjo la riqueza de Carlos Slim en un país con tantos pobres como México es un sistema fallido e injusto. Muchos errores tremendos se cometieron en el nombre de la liberalización, la cual se llevó a cabo de forma atrabancada. Lo peor del caso es que corregir los males cometidos hace tanto tiempo resulta mucho más difícil de lo que nadie pudiera imaginar. En palabras del autor del artículo, "Que un país pueda ver tal disparidad sugiere una falla de gobernancia -en particular, una falla en controlar las ganancias monopólicas para los de arriba y en crear oportunidades para los de abajo".


Es necesario recalcar que México no fue el primer lugar donde se dieron errores de ese tipo. Pero lo que sí es particular del caso de México es que la magnitud de las consecuencias de dichos errores se magnificaron de forma extraordinaria debido a la época en que sucedieron. En concreto:
(Slim) fue parte de un consorcio que compró Telmex del gobierno en 1990, pagando el costo de la compra gradualmente a través de los siguientes años usando los ingresos de la empresa. Telmex retuvo estatus de monopolio legal en gran parte del sector por los siguientes seis años y continuó como monopolio de facto en muchos segmentos después de esa duración... En 1997 cobraba dos o tres veces el costo de las llamadas entrantes de los E.U., lo cual le valió entre $250 y $330 millones en ganancias en el 2000. Existe una gran tradición global de los über-ricos haciendo fortunas gracias a la falta de regulación o a monopolios apoyados por el gobierno, como John Banks de la East India Company, la Standard Oil de John D. Rockefeller, o la ferrocarrilera Northern Securities de J. P. Morgan. Slim es sólo el más reciente magnate en beneficiarse. Pero la historia reciente de Telmex sugiere que los reguladores no hicieron su trabajo.
La desigualdad económica es una consecuencia natural del sistema capitalista. Por sí misma, la desigualdad no es necesariamente buena ni mala. Si la gente de menores recursos ve que ahorrando dinero e invirtiendo tiempo y esfuerzo puede incrementar su ingreso (abriendo un negocio, estudiando, preparándose para obtener un mejor empleo, etc), entonces la desigualdad sirve como factor de motivación para que la gente mejore su situación socioeconómica. Pero cuando la desigualdad económica es consecuencia obvia de un sesgo injusto e injustificado en las reglas que le permiten a una élite que es minoría enriquecerse a costa del resto de la población, la desigualdad económica se convierte en una perversidad.

Pero hay buenas noticias, según el artículo. En los últimos años se han obtenido importantes logros en la batalla contra la pobreza. Específicamente, se hace referencia al programa Oportunidades implementado por el gobierno federal. Vale la pena mencionar que la efectividad y el éxito de dicho programa ha resultado en la imitación del programa en otros países, como Brasil.


El artículo indica:
Al programa (Oportunidades) se le atribuye una quinta parte de la reducción de la desigualdad en el país desde mediados de los 90s hasta la mitad de la década pasada. Las mamás registradas en el programa dieron luz a niños que pesaron en promedio 127 gramos más al nacer... niños con edades de entre 12 y 17 años de familias participantes son entre 9% y 12% más propensos a estar registrados en la escuela que los niños de familias que no participan en Oportunidades, mientras que las niñas son entre 13% y 14% más propensas a estar registradas en la escuela. Asimismo, los niños de familias participantes en el programa Oportunidades son más propensos a mantenerse en la escuela, a estar saludables, a no fumar ni beber y a tener menos parejas sexuales.
Resulta evidente que Oportunidades no es panacea. Es, si acaso, sólo un paso en el camino a darle a los más marginados una oportunidad de participar en la sociedad mexicana, con las obligaciones y potenciales beneficios que eso conlleva. Pero para que dichos potenciales beneficios se concreten para una fracción cada vez mayor de la población es necesario mejorar también la gobernancia. Es necesario romper el poder monopólico de los imperios mal ganados, y aquí nos referimos no sólo a grandes corporaciones, sino también a instituciones sindicales e incluso al poder excesivo de las autoridades gubernamentales sobre ciertas industrias. A pesar de todos los errores, la competencia abierta y justa en un sistema de libre mercado sigue siendo la manera más efectiva de impulsar la innovación y la productividad para elevar las condiciones de vida en una población.

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