Campaigning against crime
Pieza muy interesante publicada a finales de mayo en The Economist que compara a los suspirantes presidenciales Marcelo Ebrard y Enrique Peña Nieto. Lo interesante es que el artículo pasa rápidamente de la retórica a los hechos. Nos muestra datos que revelan aspectos a considerar no sólo en el camino a las elecciones presidenciales, sino que ofrecen comentario relevente para el resto del país en lo que concierne a nuestro pan de todos los días: la inseguridad.
Comentario breve sobre las "propuestas" de cada uno: Ebrard habla de fomentar la creación de trabajos y oportunidades de educación para mantener a los jóvenes ocupados y lejos de la tentación de ser reclutados por grupos criminales. Peña Nieto preferiría enfocarse en golpear las finanzas de los criminales, reduciendo al mismo tiempo la economía informal. En teoría, ambas propuestas pasan por sensibles y razonables, pero lo cierto es que una combinación de ambas sería mucho más efectiva.
Pero hablar sale barato. Por ello el artículo prefiere comparar el desempeño de cada uno en materia de seguridad: el de Peña Nieto como gobernador del Estado de México y el de Ebrard como Jefe de Gobierno del D.F. Si se les pregunta directamente, cada uno tiene cosas qué "presumir". Peña Nieto dirá que el año pasado la tasa de asesinatos en Edomex fue la mitad del promedio nacional, más baja incluso que en ciertas ciudades gringas como Washington D.C. Ebrard dirá que en el 2007 había más narco-asesinatos en el D.F. que en Edomex, pero que para el 2010 las cosas habían cambiado, ya que Edomex vió tres veces más narco-asesinatos que el D.F.
Pero hay cosas que ninguno de ellos se atrevería a decir. A Peña Nieto no le agradaría mucho escuchar a los críticos que mencionan la revisión de estadísticas llevada a cabo en 2007 que resultó en una reducción de 59% en la tasa de asesinatos oficial, basada, según ellos, en una reclasificación de decesos que se habían considerado como asesinatos y que no lo eran. A Ebrard no le gustará que le recuerden que aún cuando el D.F. puede verse como seguro en términos relativos al resto del país, en 2010 el D.F. vió 25% más asesinatos que en 2006, cuando Ebrard llegó al poder.
Y a ninguno de los dos les sería fácil admitir que las cifras oficiales y en las que buscan apoyarse para celebrar sus logros como oficiales de gobierno son poco veraces en el mejor de los casos. Según ciertas estimaciones, 9 de cada 10 crímenes tanto en Edomex como en el D.F. nunca son reportados. Por otro lado, aún cuando relativamente los dos territorios han mejorado su situación de seguridad respecto al resto del país, probablemente ello no se deba al desempeño de los jefes, sino al grado y a la rapidez con que las cosas han empeorado en el resto del país. Tal vez todos los barcos se están hundiendo, pero unos se hunden más rápido que otros.
A pesar de todo, el artículo busca encontrar la razón por la que el D.F. tiene un mejor semblante en el aspecto de seguridad respecto no sólo al resto del país, sino respecto al mismo Edomex. La respuesta incluye varios factores:
- El D.F. cuenta con la mayor densidad de fuerzas policiacas en todo el país (una persona de cada cien en el D.F. es policía), y más del doble que la de Edomex, aún cuando se descuentan las fuerzas de seguridad privada.
- El D.F. cuenta con una fuerza policiaca unificada, lo cual resulta en la habilidad de compartir información e inteligencia, así como coordinación de operaciones. En Edomex las fuerzas policiacas se encuentran fragmentadas por municipio, cada una cuidando sus propios intereses y con sus propios "negocios" qué cuidar.
- El D.F. cuenta con un alto presupuesto que le permite pagar más a las fuerzas policiacas, así como invertir en tecnología (comunicaciones, cámaras de vigilancia, etc.) y contar con más policías por habitante.
La relativa calma prevalente en el D.F. no debe tomarse como indicación de la ausencia de crimen organizado. Piratería y contrabando son males permanentes y dados por hecho. Dichas actividades son llevadas a cabo por grupos criminales organizados con vínculos al narcotrafico. Obviamente, operan bajo "licencia" de las autoridades, por lo cual la corrupción existe en forma abundante en el D.F. Transparencia Internacional encuentra que los policías y fiscales de distrito en el D.F. son los más fáciles de sobornar en todo el país.
Vale la pena mencionar aquí que la comparación del D.F. y Edomex (o del D.F. con el resto del país) en materia de seguridad puede servir como ejemplo de las teorías económicas sobre corrupción. Estas mencionan que pueden existir en las sociedades dos tipos de corrupción: corrupción centralizada y corrupción fragmentada. Bajo la corrupción centralizada existe unidad entre las autoridades gubernamentales y de seguridad, están en acuerdo respecto a los sobornos que pueden pedir, existe una estructura que se respeta y es dirigida "desde arriba". Los oficiales que se salen de la raya son excluidos. Bajo la corrupción fragmentada, cada oficial gubernamental y de seguridad es "su propio hombre (o mujer)". Cada quien decide su oportunidad de extraer sobornos, sin responderle a nadie, sin interesarle lo que haga el resto de sus colegas. No existe coordinación.
Es fácil llegar a ver que si se tiene que escoger bajo qué régimen vivir, convendría escoger el de corrupción centralizada. Esto es porque cuando la estructura que extrae los sobornos se encuentra unificada y operando bajo las mismas órdenes, los ciudadanos saben a qué atenerse, se les presenta cierta constancia y reglas que pueden ser seguidas. Además, el aparato gobernante sabe que hay un límite en cuanto a la cantidad de sobornos que puede pedir. Está conciente de que no hay que matar a la gallina que pone los huevos de oro. Bajo la corrupción fragmentada esto no ocurre. Cuando cada agente de gobierno y de seguridad se preocupa sólo por sí mismo, el incentivo personal es el de maximizar el soborno que recibe en ese momento. Se preocupa por extrar el mayor monto en el menor tiempo posible, antes de que los otros agentes se apropien de lo que él mismo se podría estar apropiando. Ellos son los que matan a la gallina con tal de que no se las gane el otro.
Regresando al artículo, se presenta a continuación la conclusión del mismo:
Los records de seguridad de Ebrard y de Peña Nieto se benefician del fracaso de sus contrapartes en otros lugares de México. Es preocupante que a pesar de que geográficamente yacen lejos de los centros desde los cuales operan los narcotraficantes aún presiden sobre aparatos de justicia criminal altamente corruptos. Si Ebrard tiene una ligera ventaja en cuanto a mantener a raya la violencia, se debe en gran medida a que cuenta con una fuerza policiaca unificada y de considerable tamaño. Esto es algo que ambos deben recordar mientras avanzan hacia la presidencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario