Parece que poco a poco se va aclarando el perennemente ambiguo e incierto panorama económico mundial. Muchos dirían que estamos actualmente en un período de transición en el que la balanza de poder poco a poco se inclina a favor de los países emergentes y en contra de los antiguamente denominados países ricos.
El reconocido economista Nouriel Roubini presenta un resumen de la crisis financiera que comenzó en 2008 y que sigue persiguiendo a las economías mundiales, sobre todo a las "ricas". Acertadamente, Roubini identifica la base del problema: el endeudamiento excesivo. Roubini también presenta su opinión sobre la manera en que la etapa final de la transición al nuevo orden económico mundial se puede presentar.
No es necesariamente malo que algún agente económico, ya sea individuo, empresa, o entidad gubernamental, incurra deuda. Incurrir deuda puede ser una decisión racional si el contar con capital prestado hoy implica un mayor nivel de ingresos en el futuro que permitirá pagar esa deuda. El problema ocurre cuando la deuda se incurrió en condiciones desfavorables para el endeudado (incurrió demasiada deuda o incurrió deuda a tasas de interés excesivas), o cuando el monto que se le prestó al endeudado se gastó de manera ineficiente y se falló en llegar a mayores niveles de ingreso que permitieran pagar la deuda.
El problema de endeudamiento de los países desarrollados se llevó a cabo a través de muchos años, no es algo que ocurrió de la noche a la mañana. En E.U., las tasas de interés se mantuvieron artificialmente bajas por años con el fin de evitar períodos prolongados de bajo crecimiento económico. Además, la falta de regulación en los mercados bancarios resultó en el endeudamiento de muchos individuos de deficiente perfil crediticio que, cuando las cosas finalmente cambiaron, no tenían manera de pagar dicha deuda. Este crédito que se le extendió a personas que muchas veces no tenían ni trabajo ni ingresos ni activos se utilizó para impulsar el consumo y, por ende, el crecimiento económico, a corto plazo. Los países que vivieron este tipo de situación en efecto vendieron su futuro para disfrutar de bienestar y "crecimiento" económico insostenible.
Y la razón por la que este método es insostenible es que tarde o temprano llega el momento de pagar la deuda incurrida. Cuando eso pasa, el consumo (y, por lo tanto, la actividad económica) se deprime, debido a que ingresos que de otra manera se gastarían en bienes y servicios, ahora se tienen que destinar a pagar deuda acumulada. Este es el meollo del asunto actualmente. Esta es la razón por la que los países "ricos" no logran encender su motor económico y registrar crecimiento. La demanda interna de bienes y servicios en esos países está deprimida, y lo seguirá estando por mucho tiempo. Esto es debido a un círculo vicioso en el que el proceso de desapalancamiento deprime la actividad económica, lo que implica baja inversión por parte de negocios y aumento de desempleo, lo que implica menos ingresos para los endeudados, lo que implica que no pueden seguir pagando su deuda, por lo que tienen que incurrir más deuda... y así sigue.
Escribe Roubini:
Hasta el año pasado, los políticos siempre pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios de los activos y detonar la recuperación económica. Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos rondas de "flexibilización cuantitativa", separación estricta de las deudas incobrables y billones de dólares en rescates y provisión de liquidez para los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.
Una vez que los gobiernos de los países con problemas de este tipo se dieron cuenta de que si no intervenían toda su infraestructura económica y financiera se podría venir abajo, la solución más rápida que se les ocurrió fue la de convertir toda esa deuda privada en deuda pública. Los gobiernos comenzaron a financiar a los bancos que irresponsablemente emitieron crédito a personas que no iban a poder pagar ese dinero en el futuro. Este paso va en contra de uno de los principios fundamentales del capitalismo. Toda actividad económica implica un riesgo, pero es precisamente la asimilación de ese riesgo, así como de sus consecuencias tanto positivas como negativas, lo que hace de la máquina capitalista la "menos peor" en lo referente a la conducción de una economía. Al asumir la deuda privada y proteger a entidades financieras de las desastrozas consecuencias de sus actos irresponsables, los gobiernos violaron la esencia del sistema capitalista.
Adelantando un poco la cinta para llegar a agosto de 2011, nos encontramos con que los gobiernos que asumieron cantidades industriales de deuda privada también tenían problemas de endeudamiento por sí mismos. Años de irresponsabilidad fiscal en los que los gobiernos de los países ricos pedían prestado dinero para mantener el crecimiento de la burocracia y de los sueldos de los funcionarios públicos, para incrementar el gasto público con el fin de ganar votos, para mantener contentos a grupos de interés, para ofrecer beneficios sociales, pensiones, seguro médico "gratuito" a números cada vez mayores de personas, resultaron en un problema de deuda espeluznante que tiene a la Unión Europea al borde de la quiebra, a Japón en crecimiento nulo, y sigue llevando a los E.U. cada vez más cerca del precipicio.
Roubini menciona:
Para permitir que las economías orientadas al mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. Esto significa alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y economía vudú como del modelo europeo continental de los estados de bienestar impulsados por el déficit. Ambos modelos están resquebrajados.
"Nada es gratis" no es sólo una ley económica, también es una ley de las ciencias naturales. El hecho de que un país sea denominado "rico" no implica que no tiene que trabajar para pagar lo que consume. Un país "rico" no tiene derecho divino, ni nada remotamente parecido, que le permita gastar más de lo que produce en el largo plazo. Como ciudadanos estamos acostumbrados a pedir cada vez más de nuestros gobiernos, y las demandas incrementan cuando se percibe que al país le está yendo bien. Pedimos de nuestros gobiernos educación, cuidado médico, inversión en infraestructura y muchas cosas más, pero rápidamente olvidamos que el gobierno no produce nada. Toda actividad del gobierno es financiada por los impuestos que pagamos los ciudadanos.
Un país que fue rico en el pasado de ninguna manera tiene garantizado seguir siéndolo en el futuro. Cuando la transición al nuevo orden económico mundial esté finiquitada, la clasificación de países "ricos", "pobres" y "emergentes" se verá muy diferente de como se veía hasta antes de la crisis. Como consecuencia, y debido a que poder es una función de riqueza, la distribución de poder entre los países también se verá en gran medida afectada por las consecuencias de la crisis.
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