domingo, 14 de agosto de 2011

El Lado Amargo del Optimismo

Andrés Oppenheimer escribe en esta pieza sobre la ventaja que puede tener para México el hecho de que en China el nivel de salarios haya registrado un incremento significativo en los últimos años. Concretamente, menciona que México puede tener razón para "celebrar", ya que el hecho de que los trabajadores chinos ganen ahora más dinero que hace diez años implica que muchas de las empresas foráneas que establecieron operaciones manufactureras en ese país ahora buscarán regresar a México, porque ya no es redituable para ellas seguir operando en un lugar donde los salarios son tan altos. México debería entonces ver un incremento en la inversión extranjera directa, lo cual crearía empleos e impulsaría las exportaciones.

A principios de la década de los '00s, México vió niveles de paranoia altísimos debido al ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio. El consenso general era que una porción importantísima de la inversión extranjera que elegía a México como destino terminaría mudándose a China, debido principalmente a la ventaja que presentaba para las compañías extranjeras manufactureras el nivel tan bajo de salarios que existía en ese entonces en el gigante asiático.

En efecto, China vió incrementar su nivel de inversión extranjera, así como vió incrementar su participación en el mercado de bienes importados en Estados Unidos. México se vió negativamente afectado en ambos rubros, y es difícil argumentar que dichas disminuciones no estuvieron relacionadas con las ganancias experimentadas por China.

Aquí vale la pena hacerse una pregunta: ¿por qué varían los niveles de salarios de un país a otro? O, específicamente, ¿por qué en ese punto en el tiempo el chino promedio ganaba un salario inferior al mexicano promedio? La respuesta está vinculada a dos factores: la proporción de capital en relación a labor disponible, y la tasa de productividad en cada país. Cuando en un país existe más labor disponible (léase mayor número de trabajadores) que capital (léase maquinaria, infraestructura, etc.), el salario que se le paga a los trabajadores es menor, porque al existir en abundancia, es más fácil conseguir trabajadores. En cuanto a productividad, ésta se relaciona con el nivel de producción por trabajador. La tasa de productividad aumenta cuando un mismo trabajador genera más producción utilizando los mismos recursos. Una fuerza laboral con productividad más alta que la de otro país gana mayor salario porque produce más bajo las mismas condiciones.

A principios de la década mencionada, el nivel de salarios en México era más alto que el de China. Con base en la explicación anterior, se deduce que la productividad en China probablemente era más baja que en México en ese entonces, y/o que el capital en China escaseaba en relación a labor aún más de lo que escaseaba en México (es decir, China contaba con menos máquinas, carreteras, puertos, etc. por trabajador que México).

Siguiendo con esta lógica, si hoy nos dicen que los niveles salariales en China ahora son más altos que en México, ¿qué podemos concluir? Pues obviamente, que México se ha quedado atrás de China en cuanto a productividad y/o en cuanto a la proporción de capital con respecto a labor. Quiere decir que, todo lo demás constante, un trabajador chino produce más que un mexicano. Quiere decir que ahora China cuenta con más capital instalado en relación a su número de trabajadores que México.

Es cierto que en el corto plazo, y dada la tremenda incertidumbre que presenta el panorama económico internacional, no estamos para cuestionar fuentes de inversión extranjera, sobre todo si dicha inversión terminará generando empleos que tanto necesita nuestro país. Sin embargo, nunca debemos pasar por alto la oportunidad de ejercitar nuestra capacidad de análisis crítico. ¿Qué ha hecho China en los últimos diez años que le permitió rebasar a México en los ámbitos de productividad, capital, y nivel de salarios? ¿Por qué México se quedó estancado? ¿Por qué los trabajadores chinos vieron incrementar de manera significativa su nivel de vida mientras los mexicanos no lograron ver ese tipo de beneficios?

La respuesta es tan compleja como es extensa, pero la versión resumida haría alusión probablemente a una década perdida en la que México vio estabilidad sin crecimiento y vió disciplina sin progreso. México creyó que podría depender para siempre de los E.U. no sólo como principal socio comercial, sino también como destino de su exceso de trabajadores. Error gigantesco que se ha pagado durante la actual crisis, y que mancha la ocasional "buena noticia" como la que pretendía propagar el Sr. Oppenheimer. En México hasta el optimismo puede resultar amargo.

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